E36: Lo valientes es ser una misma
¿Y si lo realmente valiente es ser una misma? ¿Y si es el momento de recordar aquello que deseábamos de pequeñas y nos enciende el alma?
Cómo transitar de lo que sabemos que nos funciona pero nos aburre, de lo que una vez fue original y ahora ya no entendemos y atrevernos a bucear en la incomodidad de no saber hacia dónde vamos.
Un episodio especial de despedida del 2024 donde además te leo la última, y más especial, newsletter del año.
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Hola, hola. Bienvenida al podcast Con Un Par de Ovarios. Soy Paloma Alma y aquí estamos para hablar de la vida, un poquito de emprendimiento, un poco de productividad cíclica y, sobre todo, de cómo vivir esta vida que nos ha tocado vivir Con Un Par de Ovarios.
El episodio de hoy es el último de esta temporada, la temporada 5, y el último del año 2024. ¡Y se dice pronto! Sin darnos cuenta, se ha acabado el año. Este episodio va a ser una mezcla entre varias cosas: voy a contarte qué ha pasado este último mes, porque me han pasado muchas cosas bastante aclaratorias. También te hablaré de los mejores episodios de este 2024, los temas que más os han gustado, algunos libros que he leído debido a todo lo que me ha pasado este mes, y acabaré el episodio leyendo mis propósitos para 2025. Por cierto, os los enviaré también por email, por la newsletter.
Quería leértelos porque los escribí en un día con muchísima claridad, y me apetecía mucho no solo hablar —que es lo que hago siempre en este podcast, porque nunca leo un guion—, sino también leerte algo que he escrito. Esta vez es la última newsletter que os voy a enviar porque escribir más que hablar es uno de mis propósitos para 2025.
Este mes ha sido diferente. Han pasado cosas que no tenía para nada planeadas y que me están encantando. El 14 de diciembre fui con mis amigos de toda la vida a una fiesta en un sitio muy grande de Madrid. Era una fiesta con DJs, algo que llevaba por lo menos tres años sin hacer. Entre el segundo bebé y la lactancia —que terminé hace apenas unos meses— no me veía con fuerzas ni con ganas de salir a tope.
Salí, me lo estaba pasando fenomenal y, en un momento dado, noté que me habían robado el móvil. Lo llevaba en un bolso cruzado en el pecho y me lo quitaron en mis narices. Eso es lo que más me ha dolido. Mi móvil no es solo un móvil, es mi herramienta de trabajo. Con él grabo este podcast, edito, envío emails, subo contenido a redes, controlo mis cuentas bancarias y apunto todas mis ideas.
Me quedé sin móvil, y, aunque tuve un móvil viejo durante unos días, no tenía aplicaciones ni batería duradera. Pasé tres días completamente desconectada. El primer día fue raro, el segundo también, pero el tercero fue un placer absoluto. Me encontré con una libertad que hacía mucho tiempo no sentía. Andar por la ciudad sin Google Maps, perderme un poco, preguntar direcciones… Fue una sensación de paz y conexión conmigo misma.
Esa desconexión me ha hecho darme cuenta de lo adicta que soy al móvil. Yo lo justifico diciendo que es mi herramienta de trabajo, que mi trabajo es estar conectada, pero no es verdad. Estos días, cuando tenía que subir algo a Instagram, lo hacía desde el ordenador y cerraba la sesión. Y funcionaba igual.
Al darme cuenta de esto, decidí que no necesito un móvil de alta gama. No vivo de grabar Reels ni de tener vídeos con la mejor calidad. Vivo de lo que mi cerebro puede crear, y eso lo tenía abandonado. Estos días, por ejemplo, he conseguido leer dos libros y empezar un tercero.
Uno de ellos es Piel de Cordero de Ledicia Costas, una historia que me ha fascinado. Habla sobre la brujería, pero también de lo que significa ser mujer en diferentes épocas. El otro es La mala costumbre de Alana S. Portero, una maravilla que me ha emocionado profundamente. Además, me he dado el tiempo de ver una película documental sobre Martha Stewart y estoy reviendo la serie Mad Men.
Todas estas pequeñas cosas me han hecho sentirme presente, conectada, con tiempo para mí misma y mi familia. Ha sido una pausa inesperada, pero muy necesaria.
También he reflexionado mucho sobre mi relación con el tiempo. Yo no suelo decir "no tengo tiempo", porque sé que el tiempo es cuestión de prioridades. Sin embargo, me he dado cuenta de que no lo estaba gestionando tan bien como pensaba. Al final, lo que ha pasado estos días ha sido una especie de gimnasio emocional y cerebral.
Este tiempo me ha permitido conectar con una parte de mí que tenía olvidada: la escritura. Y es que en este 2025 quiero escribir más. Quiero bajar más al cuerpo, escucharme más y estar menos pendiente de estrategias, algoritmos y resultados inmediatos.
Antes de cerrar este episodio, quería daros las gracias. Gracias por escucharme, por vuestros mensajes, por vuestros comentarios en Spotify y YouTube, por las colaboraciones, por las clientas que han confiado en mí este año, por todas las mujeres que han sido parte de MENSTRUALL y por todas las organizaciones que han apostado por mi trabajo.
Gracias de corazón. Este año ha sido un año de crecimiento, aprendizaje y conexión. Y aunque no sé todavía cuándo empezaré la próxima temporada —probablemente a finales de enero o febrero—, prometo que vendré con nuevas ideas y mucho más espacio para la reflexión.
Ahora sí, te voy a leer mi carta de propósitos para 2025.
(Se procede a la lectura de la carta previamente incluida en la transcripción original).
Gracias por acompañarme un año más. Gracias por estar ahí. Adiós, 2024. Bienvenido, 2025.
La última newsletter:
¿Y si ser una misma es la acción más valiente que puedo hacer en 2025?Pero primero…¿qué es exactamente ser una misma? quizá deba empezar por lo que se que no es:
Subirme al carro de las tendencias
Seguir estrategias que me hacen suspirar de incomodidad veinte veces al día
Probar cosas con las que sé que no me casaría
Intentar repetir acciones que ya hice en el pasado solo porque me funcionaron, no porque me apetezcan
Llevo muchos años siendo quien debía ser en ese momento. Cumpliendo con el algoritmo, las métricas y las tendencias. Si, inventé algunas de las maneras en las que se hacían ciertas cosas, y eso me hizo sentirme viva y auténtica. Pero llegó un momento que me perdí. Y siento que aún no me he encontrado.
El coste hundido
Hay veces que hemos invertido tanto esfuerzo, tiempo y dinero en algo, que queremos que funcione. Que pensamos que parar significa perder más. Pero esto es un coste hundido que ya no se va a recuperar. Y da igual. Y déjalo estar.
¿qué es reinventarse realmente? O más bien…¿quién he sido siempre yo y donde estoy ahora?
En este 2025 me quiero arriesgar a ser realmente yo. En toda mi esencia. Sin estrategia. Es decir, sin seguir caminos pautados y validados, no vaya a ser que esté perdiendo el tiempo y me suponga de nuevo un coste hundido.
¿Pero qué pasa cuando hacemos las cosas desde las profundidades de nuestras entrañas? Sin saber muy bien el resultado, sin saber exactamente donde nos llevará el siguiente paso.
Muchas veces veo artistas a los cuales admiro…porque arriesgan. Se arriesgan a ser ellos mismos. Y siempre ganan. Pero yo me veo a veces incapaz de arriesgarme, por miedo a perder. Porque antes no tenía nada, y sin embargo ahora lo tengo todo. Todo encarnado en personitas humanas que me necesitan. Y me da miedo decirles que doy pasos hacia un destino incierto. ¿Pero quién tiene certeza sobre lo que aún no ha pasado?
Me gustaría ser libre. Como quería de pequeña. Ser libre y crear. Dejar las clases teóricas, lo útil y lo práctico. Y realmente caer en la realidad del ser. Pero no creo que esto sea suficiente. Demasiados años, más de 10, diciéndome que para escribir ha de ser algo importante y científicamente demostrado. Que eso es lo que valora la gente.
¿Y si lo que soy es suficiente?
Y si ser, con la plenitud de estar viva, ¿es suficiente? Y si compartir lo que surge de estas entrañas a las que me asomo como a un pozo vacío donde suena agua en el fondo es todo lo que tengo que hacer. A veces me parece que simplemente vivir es demasiado sencillo. Que contentarme con amanecer, respirar, amar, sentir y ver es poco. ¿Poco? Como puede ser vivir poco? ¿Cómo puedo plantearme que lo más puro de la existencia sea simpleza y demasiado poco?
Quizá llevo demasiados años cumpliendo, esforzándome. Poniéndome etiquetas porque yo misma nunca he sido suficiente. Últimamente me leo a mi misma y los titulares que me presentan y me doy pereza. Soy millones de cosas y sin embargo no soy lo único que soy, yo misma. Parece que tuviera que cubrirme con logros, creaciones, visualizaciones y metas para poder decir “Esta soy yo”.
A veces sueño con ser, simplemente. Pero creo que no vivo en un momento o en un lugar donde esto sea suficiente. ¿Te imaginas que todo fuera fácil? ¿Que simplemente viviésemos, y que esto no nos costase esfuerzo? Siento que lo que me viene dado no es suficiente para mostrarme al mundo. Que simplemente ser y bucear en todo lo que me habita es insuficiente para ocupar un rincón en la memoria de la gente.
Y sin embargo algo me dice que cuanto más yo, más humana y más salvaje me siento, más universal y un poco de todas más me siento.
En 2025 no me voy a marcar más objetivo que el de ser yo misma. Y esto lo haré:
Quitándome etiquetas
Pidiéndome menos
Mirando más profundo en lo que soy y lo que siento
Bajando, siempre, al cuerpo
Y el vehículo que elijo es para honrar lo que soy y lo que me ha venido dado. Parezco huir todo el rato de una realidad que me habita, discreta y tímidamente.
Ya me toca honrar el don de la escritura. Ese don que me vino dado y que como un rayo me atraviesa de vez en cuando.
Cuando tenía 15 años me salvó de una tragedia. Escribí cada uno de los peldaños que me hundieron en el pozo más profundo que he visitado nunca. Y escribí también cada una de las sílabas que me sacaron. Aún recuerdo unos versos que me atravesaban el alma; con mi yelmo y mi caballo. Así salí de uno de los momentos más oscuros de mi alma.
Y así me prometo a mi misma navegar en este nuevo viaje. Uno que sin duda nunca acaba. Pero es en esta etapa en la que busco ser más yo que nunca. Y ese yo no se refleja en mis reels, en mis gráficos, en mis minipiezas ni en mis audios. Esa parte de mi misma, sepultada entre tanta estrategia comercial y digital, está por salir como lo hacen las malas hierbas. Porque yo soy un campo lleno de semillas que va a explotar como lo hace la primavera. Si es que se presta a quedarse un rato. Porque yo soy de vivir en los límites de lo cómodo. Siempre dándome empujones para ser alguien que todavía no he sido. Y a veces alejándome de quien me habita en lo más profundo.
No se si algún día dejaré de preguntarme quien soy. Pero este año decido darme la oportunidad de recordarlo. Palabra a palabra, a través de las historias y de esas tempestades en forma de historias.
No se cómo decirte esto, pero en estos emails quizá no te cuente nada teórico-práctico. Quizá solo te comparta un trozo de mi ser, que siento como arrancado de cuajo, porque escuece y a la vez alivia. Porque las palabras que no fluyen, estancan. Y es así como me habitan el pecho.
Una promesa a ese sueño que una vez tuve y que hoy, habiendo destetado mi fase más entregada y generosa, vuelvo a acariciar con la punta de estos dedos.
Si algo te deseo en este nuevo año, es que tengamos fuerza y valentía para ser, simplemente, nosotras mismas.
Adiós 2024, bienvenido 2025. gracias y hasta luego.